Escúchate.

Antes de que te echen, te vas tú antes. Sí, bueno, puede parecer lógico o comprensible a primera vista, pero claro, también implica precipitarse o adelantarse a los acontecimientos. Supone hacer presuposiciones, juicios y evaluaciones, seguramente imaginarias o irreales, o incluso posibles, pero actuando con el miedo como escudo, pensando siempre en negativo y por supuesto, teniendo barreras como los extremos.
Aún sabiendo todo esto, es difícil mirarse interiormente a uno/a mismo/a y analizarse, bueno, observarse, es decir, sin juzgarnos ni rechazarnos; simplemente, observarse. Explorar en uno/a mismo/a todo lo que tenemos, lo que nos preocupa, nuestras actuaciones y entendernos, tratarnos con cariño, ¿acaso consentiríamos que alguien nos insultara o hablara mal de nosotros/as constantemente? entonces, ¿por qué lo hacemos con nosotros/as mismos/as de forma continuada, sin límites y, seguramente, de la forma más cruel posible? Además, la tendencia habitual es mirar todos los errores, remarcándolos y culpabilizándonos a la vez, sin embargo, rara será la ocasión en la que al final del día pensemos: "pues he logrado esto", "he hecho esto bien"... o incluso, por qué no, rara es la vez que nos felicitamos o nos sentimos realmente orgullosos/as de nosotros/as mismos/as.
Es increíble el miedo que tenemos a encontrarnos con nuestro mundo interno, a escucharnos, a querernos y a reconocer y aceptar nuestros temores. Miramos nuestros fracasos, sin tener en cuenta, que equivocarnos simplemente significa aprender, rectificar y todo eso está en nuestra mano (en la medida de lo posible).
Por supuesto, es más fácil ser cómodo/a y recurrir a los mecanismos habituales, rápidos, seguros y posiblemente (no siempre) dañinos. Por eso aquí sigo huyendo de mí misma, no queriendo escuchar mi respiración ni las reacciones de mi cuerpo y mira que me hablan a gritos...
By Loim.