miércoles, 18 de abril de 2012

Perfect Plan.

Me acuesto y planifico mi día siguiente, para que cuando despierte sólo tenga que preocuparme de qué ponerme y de qué pintalabios elegir para que quede bien con el color de mi camiseta, por supuesto. No hay nada más importante. La combinación del tono de la barra de labios con el color de tu camiseta es total y directamente proporcional al éxito que obtienes en la vida.
Durante el día y, evidentemente, en mis ratos libres, me dedico a planificar mi futuro próximo, el más cercano. ¿Qué haré el fin de semana? ¿qué haré este verano? ¿qué vestido me pondré para la fiesta de primavera de 2013? A veces, cuando me canso de dibujar corazoncitos en mi libreta de la Kitty, sin duda mi libreta favorita, me atrevo a planificar mi futuro lejano: ¿A qué edad acabaré mi súper máster? ¿Cuántas hijas voy a tener? ¿A qué edad y cómo?

Lo que más me gusta de planificar TODO es mi cara de sorpresa cuando algo sucede y tengo que reajustarme a la realidad nueva e increíble, readaptación jamás pensada. Las líneas de vida que yo misma me había dibujado, rectas, finas y, cómo no, en la misma dirección se han transformado en un auténtico garabato. Aunque, sin duda, lo mejor de todo, es cuando se arruinan mis planes, todas mis expectativas se van a la basura (por decirlo finamente) y no sólo acabo con cara de sorpresa, sino que al final me sale hasta bien. Mi realidad no planificada e incluso nunca deseada ha resultado ser mejor que todo mi proceso de calendarización, humillado y digno de no ser repetido nunca más. Por suerte, el ser humano es el único capaz de tropezar dos o más veces con la misma piedra.
La perfección surge, no se planifica, pero... ¿qué es la perfección?

By Loim.

No hay comentarios:

Publicar un comentario